La discriminación oculta
Hay quien dice (muy sabiamente) “mientras unos lloran otros venden pañuelos”, algo bastante sabio que creo quiere decir que mientras unos se quejan otros buscan las opciones de vida que mejor les convengan, siempre hay un modo, todo es asunto de buscar la solución en vez de concentrarse en la queja constante que como todos sabemos, desgasta y no soluciona nada, que al final debería ser la meta final de todo, solucionar. El problema real viene cuando la solución escapa del control personal y no hablo de catástrofes como terremotos o similares, me estoy refiriendo a asuntos tan ineludibles como la edad.
No existe nada más normal que envejecer, es algo no solo cotidiano, también imposible de rehuir, no importa cuánto dinero inviertas, los años irán sumando sin detenerse en nada, un día eres joven y recién graduado y casi sin darte cuenta, cuando cumples 45 ya eres un rezagado del sistema, tanto más en mi caso que tengo 51. No es una queja, es solo poner en el tapete algo que todos los responsables rehúyen, aunque últimamente he visto un movimiento en ese sentido, siento que los noticieros, las redes sociales y los entes políticos no solo de Venezuela al parecer también del resto del mundo, le sacan el cuerpo al tema, a pesar de que siguen existiendo temas importantes, este no lo es menos, a los 45 eres muy viejo para conseguir trabajo pero te jubilas a los 65, veinte años en el limbo.
Vale, si quisiera concursar por un empleo de porteador, es posible que resista el primer día a fuerza de voluntad pero al segundo no habrá manera ni siquiera de llegar al hospital de tan destrozada que quedará mi espalda, sin embargo he visto señores con más de sesenta echarse un bulto de ajos de 45 kilos a la espalda como si nada, por supuesto, están haciendo eso desde que salieron de la escuela y ese entrenamiento extensivo les permite seguir activos, misma historia aplica para albañiles, electricistas, plomeros, herreros y pare usted de contar cuantos empleos aún son factibles para señores (y señoras) que con más de cuarenta y cinco tienen la energía (y sabiduría) suficientes como para seguir afrontando los retos del oficio. En mi caso y el de muchos, hay una carrera profesional que va del aula al escritorio, puro esfuerzo intelectual que se pierde solamente porque las empresas deciden no contratarlos o hacerlo con tanta precariedad que aceptar el empleo sea más un insulto que otra cosa.
Puedo entender que existen miles de causas justas (o no, eso no depende de mis ideas) que defender, en el caso específico de Venezuela desde las más básicas como es el acceso a la salud o la educación que de por si son un drama , pero no lo es menos el acceso al empleo con cincuenta y un años no eres viejo, tampoco un muchacho en la flor de la vida pero si no existe ningún limitante intelectual o de salud, estás en pleno uso de tus facultades mentales e intelectuales para afrontar un desafío acorde con tu educación, no es posible ver (conozco algunos casos) doctorantes laborando como vigilantes de centro comercial porque no encuentran un empleo , una injusticia total.
No puedo sugerir soluciones, quizás por la emotividad pudiera organizar un grupo grande de señores profesionales para buscar algún bufete de abogados que se arriesgue a demandar al ministerio, asociación, sindicato o a quien sea el responsable de las políticas laborales del país o de determinado segmento del espectro laboral a fin de abrir el campo para que otros profesionales no tengan que pasar hasta hambre por no obtener un empleo digno con el cual mantenerse. Aunque lo normal sería que por asuntos profesionales pudieras tener acceso a los empleos sin más resistencia por parte de los posibles contratantes que el currículo profesional, al parecer lo “normal” en realidad es ir haciendo acopio de fuerzas para resistir el desamparo solo por cumplir 45 y no tener empleo.
Señores y señoras de RRHH, empresarios, inversionistas y demás istas que manejan los hilos de las economías de cualquier país del mundo, seguro la mayoría de ustedes pueden alegar cientos de razones para no contratar señores o señoras mayores, pero el tiempo es implacable, quizás el próximo desempleado sea usted, todos vamos para viejos, excepto Peter Pan y ese es imaginario.
Profesor José Ramón Briceño
15/03/2023
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