La “Zona de Confort”
Leo en redes sociales, revistas y portales de empleo por cual razón es horrible estar en una zona de confort, cada vez que me los tropiezo los evito de una vez, no entiendo como estar cómodo y tener la vida planificada puede ser algo terrible para nadie, vale que siempre hay que seguir aprendiendo, evolucionar pero al ritmo que te provoque, todo lo demás es para medirse con tus iguales como si eso fuese verdaderamente relevante. Quizás está hablando mi coraje por la situación de indefensión eterna en la que vivo desde hace más de diez años, donde la economía ha ido en franca picada sin detenerse ni siquiera un segundo, si acaso con uno que otro descanso, de resto me siento como los padres que alguna que otra quincena les queda algo luego de cumplir todas las obligaciones y en el momento exacto en el que deciden invertir en sí mismos, el teléfono suena y hay un hijo enfermo, el carro se funde, el teléfono celular muere, alguno de los padres se enferman o la mascota hay que llevarla de urgencia al veterinario y adiós ingreso extra. La verdad envidio profundamente a los que pueden vivir en su zona de confort.
Venezuela
Hace treinta años era fácil quedar preso con la zona de confort, te
graduabas en la universidad, trabajabas toda tu vida y en el camino construías
tu vida con todos los recursos posibles que incluían un ingreso lo suficientemente
estable para poder aspirar a créditos hipotecarios y de toda naturaleza , al
jubilarte podías estar tranquilo, los hijos crecieron, la señora envejeció
junto a uno, había posibilidad de viajes aunque n fuesen a destinos lujosos,
libros y cualquier aprendizaje era totalmente correspondido por la economía, lo
que permitía que hasta como profesor universitario pudieras tener aspiraciones
de calma y por tanto hacerte de una zona de confort que quizás no explotase las
inmensas reservas de talento pero en cambio te aseguraba que podías vivir con
decoro hasta que la muerte (en justicia) tocase la puerta de tu habitación, en
fin, lo normal y deseable.
Como empecé mi camino laboral en el año 1987 como un obrero más y varios
años más tarde me hice de un oficio del que viví durante 15 años sin drama
alguno, pero claro, era solo un oficio que pagó años más tarde una profesión dándome
la posibilidad de combinar trabajo con estudios superiores diurnos existiendo meses
donde mis horas de sueño entre semana si acaso llegaban a las cinco horas
teniendo que ser padre, estudiante y trabajador , todo al mismo tiempo y sin
quejas, era lo que debía hacerse y nada más, siempre pensando en que todo
pasará, ya cosecharé el esfuerzo, vana idea.
Salir de la Zona de Confort
Quienes me leen dirán ¿eso no es pelear para salir de la zona de confort?,
les responderé que no salía de la zona de confort, solo buscaba modos de exigir
(y obtener) más por mi trabajo, solo quería casa, perro y muchachos (como
dirían mis amigos de Maracay) y con el solo oficio no lo iba a lograr, sobre
todo conociendo y reconociendo mis manías personales que obstruían la
posibilidad de hacerme fotógrafo de bodas y eventos sociales, hay gente muy
talentosa para hacer relaciones comerciales, yo solo quería ser fotógrafo documental,
viajar, hacer fotos y escribir sobre lo visto, en todo caso ser profesor
universitario me hubiese abierto las puertas a ese mundo que (imaginaba) podía
ser parte de la ruta de la calma en vías de ser un profesor que a estos 52 años
no tuviese más preocupación que las de la cotidianidad, pero llegó el siglo XXI
en Venezuela y nos fuimos deslizando por un precipicio donde la caída libre se
desató en el 2013 y ni siquiera en el 2024 hemos terminado de caer, solo dar
bandazos por los bordes del precipicio, llegando incluso a pensar que alguna
vez la caída se detendría, solo para ser desencantados por haber sido víctimas de
la fantasía de un bache en el alud .
Puedo pensar que hay gentes conformes con lo que piensan es la Zona de
Confort, que piensan que hambre, estrés, preocupación y pobreza (de moderada a grave)
es “lo que hay” y se den por vencidos, pero ni siquiera ellos pueden decir que
viven en una zona de confort, si tienes carro entre repuestos y combustible te
ocupan mucho más dinero que el alquiler de un apartamento en una zona con pocas
probabilidades de estar en la trayectoria de una bala perdida en Caracas, si
por alguna casualidad burocrática de esas que abundan tipo no hay material, la página
está caída, el inspector no ha venido a firmar, no hay material para imprimir o
cualquier “maravilla” administrativa de estos tiempos puedes ser extorsionado
por cualquier funcionario uniformado, si aceptas la multa en vez de pagar la
coima quizás pueda salirte más caro, si andas en autobús o metro, la electricidad
falla, cae un diluvio y las calles se vuelven intransitables, hay una protesta
y los autobuses desaparecen, hay una balacera en cualquier parte o peor, unos policías
pueden detenerte y revisar tu teléfono considerando que cualquier cosa
sospechosa (para ellos) como una puteada al sistema puede hacerte víctima de
detención, lo que resulta en muchos casos como eufemismo de secuestro. Si haces
Home office es factible desde un apagón hasta la caída de la red sin que a
nadie se le mueva un pelo, eso sin hablar de enfermarse, es hasta factible que el
seguro que tienes años pagando no sea aceptado por ninguna clínica por mala
paga sin que a ningún ente se le ocurra proceder con una merecida demanda en
contra de la estafa agravada de algunas empresas de seguro, los hospitales púbicos
tanto peor.
Si vamos al asunto del empleo, acá hay solo dos opciones, trabajas para el
estado por lo que posiblemente estés en alguno de los dos bandos, el eternizad
en cargos sin importancia o el de amigo del jefe donde puedes hacer dinero sol
mientras el susodicho jefe se ocupe de que así sea y si vas el sector privado
lo más factible es que si tienes más de 35 años no existas para los
empleadores, si tienes experiencia tanto peor, entonces dices; voy a ser
emprendedor, hay bancos con programas de emprendimiento pero todos son para
negocios ya consolidados cuyos intereses aunque pagados en bolívares débiles son
calculados en dólares y cobrados con una tasa de interés usurera del 16%
mensual, si comienzas un negocio a menos que sea algo ilegal es complicado
cumplir con esa grotesca tasa de interés, que si la traducimos a tasa anual
casi sale más barato empeñar un riñón.
En resumen, la Zona de Confort debe ser un invento de los países ricos para
forzar a la gente a la excelencia, en mi país, Venezuela, la única forma de
alcanzarla es lograr la hazaña de enloquecer y sobrevivir lo suficiente para
que no te importe ser un náufrago más que duerme en la orilla de cualquier
playa olvidada, viviendo de la caza, la pesca y la recolección, siempre y
cuando no obstruyas el ánimo acaparador del estado.
Hay mañanas en las que quisiera tener el valor de los locos, usar mi sueldo
de profesor por horas de la UCV para comprar una carpa, dejar mujer y vida para
irme a vivir bajo las estrellas de alguna playa del oriente venezolano, es que
ni huyendo del país tienes forma de obtener la zona de confort, si te vas luego
de los cuarenta años dependerás de la buena fe de alguien cuando tengas 70 y no
puedas ir a trabajar, si te enfermas date por muerto, a menos que pertenezcas a
la minoría afortunada cuya experiencia y habilidades les permiten encontrar un
empleo bien pagado que permita ahorrar para la vejez pero son excepciones a la
norma.
Vivir en Venezuela te excluye de la zona de confort de tantas formas que ni
aun siendo millonario, general, presidente, diputado, abogado o funcionario de
menor cuantía podrás regodearte en la comodidad de la rutina, siempre habrá
algo que te cause un sobre salto.
José Briceño
14/09/2024
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